A tan solo un cuarto de hora del encantador pueblo marinero de l’Ametlla de Mar y de sus calas y playas de aguas cristalinas, encontramos esta finca rústica de 25.000 m² en plena naturaleza, rodeada de un entorno protegido de gran valor paisajístico.
La finca combina olivos y pinares, ofreciendo una sensación de paz absoluta y libertad total: sin carreteras cercanas, sin ruidos ni vecinos alrededor, únicamente el silencio y la armonía natural, con vistas despejadas a la montaña y hasta el mar en el horizonte.
En su interior se levanta una acogedora casita de piedra totalmente rehabilitada, que mantiene la esencia tradicional de la zona. La vivienda dispone de 41 m² distribuidos en un salón-comedor, un dormitorio doble, un baño completo y un altillo de madera con espacio adicional para otra cama doble. Su diseño realza la calidez y el encanto rústico en cada rincón.
Un refugio perfecto para escapadas, vacaciones en familia o una vida tranquila en conexión con la naturaleza, con la ventaja de tener el mar y todos los servicios del pueblo a muy poca distancia.
Una propiedad única y con carácter, pensada para quienes buscan autenticidad, calma y una verdadera desconexión.